Es alucinante lo que
podemos encontrarnos en la naturaleza. Entre las estrategias reproductivas son
muy conocidas y han sido muy bien documentadas las sorprendentes danzas de
cortejo de las aves, los elaborados cantos de las ranas y los sapos, las violentas
batallas de los cornudos ungulados, entre muchas otras, siempre con la
intensión del macho de ganarse el favor de la hembra y garantizar su
descendencia.
Sin embargo, hoy queremos compartir contigo una extraordinaria
estrategia en la que el macho no necesita de luchas feroces ni de mostrar su
belleza para atraer a su hembra y fecundarla, sino simplemente encontrarla y
fundirse a ella en un fuerte y parasitario abrazo casi único en el reino
animal. Te presentamos a los Lophiiformes
y su curiosa forma de reproducción.
Los extraños Lophiiformes
Estos raros y poco
agraciados peces están entre los curiosos habitantes de los grandes abismos
oceánicos, allí donde la luz solar no llega nunca y la vida se desarrolla al
límite de sus posibilidades. Como es conocido, las criaturas de estos abismos
son muy particulares y en ocasiones parecen salidas de otro planeta, este es
también el caso de los Lophiiformes.
Estos peces pueden crecer hasta 2 metros de largo y 30 kg de
peso, presentan un singular cuerpo cuya mayor parte lo constituye la cabeza,
que es achatada y muy ancha, siendo el resto del cuerpo semejante a un
apéndice. Pero sin dudas su característica física más relevante es la presencia
sobre la boca de un señuelo bioluminiscente que atrae
directo a sus fauces a las presas de las que se alimenta, con las que no suele
ser muy selectivo, ya que en ese inframundo no hay mucho margen para escoger.
El macho parásito de algunos Lophiiformes
Cuando se estudiaron por primera vez algunas especies de este
grupo, sobre todo los ceratioidos, resultó que todos los individuos que se
encontraban eran siempre hembras, lo cual desconcertó por un tiempo a los
científicos que buscaban afanosamente a los machos para completar la
descripción de la especie. Lo que sí ocurría siempre es que estas hembras
tenían unos pequeños parásitos adosados a su cuerpo que, con el tiempo, fueron
identificados por fin como los machos de estos peces.
Rápidamente,
las investigaciones se enfocaron hacia el estudio de esta asociación y
descubrieron que los machos, desde que salen del huevo, presentan un olfato muy
desarrollado capaz de detectar en el agua el más mínimo olor. Además, no tienen
aparato digestivo, por lo que son incapaces de vivir independientemente, y
emplean su olfato para rastrear a las hembras siguiendo sus rastros de
feromonas, a la cual deben encontrar rápidamente antes de que sus reservas se
agoten y mueran.
Una vez hallada la hembra, los
Lophiiformes machos se pegan rápidamente a su cuerpo y
segregan una enzima capaz de digerir la piel en esa zona, lo cual le permite
fusionarse con la hembra incluso a nivel de los vasos sanguíneos.
Posteriormente, y ya asegurada su supervivencia con los nutrientes de la
hembra, el macho se atrofia totalmente y su cuerpo solo contiene las gónadas
que almacenarán semen hasta que las hormonas presentes en la sangre de la
hembra le indiquen que es hora de ser fecundada.
Esta estrategia de reproducción
extrema se explica quizás
por la extrema dificultad de encontrar pareja en esos sitios tan hostiles donde
además son muy escasos estos peces, por lo que se garantiza que el macho esté
siempre listo para fecundar cuando la biología de la hembra así lo determine.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario